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Gabriel Rodríguez para www.contrapunto.com
El fútbol es pasión. Es desvergüenza, atrevimiento, rebeldía. No muchos deportes pueden jactarse –o lamentarse– de contar con estas características y, además, tenerlas como motor de su éxito masivo. Este jueves quedó demostrado, una vez más, que incluso en países con poco palmarés, como Venezuela, el fútbol mueve las fibras.
Desde temprano, alrededor de las diez de la mañana, el salón Río Caroní del Hotel Meliá Caracas comenzó a recibir a periodistas de distintas partes del país. Solo faltaba una hora para que se hiciera oficial el sueño de miles de fanáticos, y la esperanza o sensación de justicia de muchos periodistas especializados. Noel “Chita” Sanvicente, finalmente, fue tomado en cuenta para dirigir a la selección nacional de fútbol entre el período 2014-2018. Periodistas y curiosos dijeron presente: fue una tarde esperada para el balompié venezolano.
Nunca un director técnico del patio, en el fútbol contemporáneo, contó con el aliento popular que ha tenido “Chita” para ser seleccionador. Claro, ninguno tiene cinco títulos de liga como jugador (4 con Marítimo y 1 Minerven), siete como entrenador (5 con Caracas y 2 con Zamora) y una Copa Venezuela (en 2009 con el Caracas).
A las 11 de la mañana, hora que pautó la FVF para la rueda de prensa, ya el salón estaba repleto. Muchos presentes con las franelas vinotinto de la selección. Otros –una cantidad importante– con la del Caracas FC. Néstor Beaumont, Jefe de Prensa de la Federación, le dio entrada al tren directivo y a Noel Sanvicente. Mientras caminaban, los ocho títulos en ocho años que tuvo en el equipo de la capital provocaron, por primera vez, el famoso cántico caraquista: “Entrenador, entrenador. Entrenador hay uno sólo. Es el Chita Sanvicente. Ese es nuestro entrenador”, coreó buena parte de los presentes mientras alzaban las manos una y otra vez.
Comenzó hablando Rafael Esquivel, presidente de la FVF. Mientras introducía al nuevo seleccionador, otros fanáticos de los Rojos del Ávila ingresaron a la ya poblada sala y, pocos minutos después, levantaron carteles donde se leía “Mafioso” y “Ladrón”, mientras el federativo se dirigía a los presentes.
Esquivel despertó rechazos: “Se concreta lo que, al menos para mí, era lo que estábamos buscando: la firma de Noel Sanvicente como entrenador”, dijo quien preside la FVF desde 1987. De inmediato se escucharon carcajadas entre el público. No hacía falta que Esquivel pidiera aplausos para “Chita”, aunque lo hizo. Antes de que el nuevo seleccionador tomara la palabra, estallaron los aplausos y volvió, por segunda vez, el “entrenador, entrenador. Entrenador hay uno sólo…”.
El actual campeón nacional con Zamora lanzó varias frases que enamoraron los oídos y grabadores en la sala: “Voy a tomar decisiones que capaz no le gusten a la federación”, dijo, con Esquivel al lado, “pero vamos a buscar congeniar”. También advirtió: “yo vine a encargarme de lo de arriba, pero voy a ocuparme mucho de lo de abajo (categorías menores). Yo no vine a botar a nadie. Vine a trabajar. Solo que si yo dicto una línea y no se acata, no podrán seguir trabajando con nosotros”.
Hacia el final habló de Caracas: “Hay que mejorar el Olímpico”. La euforia entre los avileños presentes se desató. “¡Grande Chita!”, “¡Te lo mereces, negro!”, “¡Por fin, profe!”. Gritos que salían de distintos lugares del recinto.
“Chita” nadó con comodidad en un mar que supo hacer suyo de inmediato, incluso cuando Jorge Pulido, el controversial editor del portal planetavinotinto.com, intervino e intentó agitar la marea.
Con afán protagónico, preguntó primero: “En caso de que el ‘profe’ fracase, ¿quién de la directiva se irá con él? –en claro señalamiento para Rafael Esquivel. Luego: “¿Recurrieron a Sanvicente por tener problemas con Cadivi?”. Y finalmente: “¿Por qué descartó a Javier Milan –preparador físico del Zamora– y se llevó a Rodolfo Paladini?”.
Sus preguntas fueron despertando más y más murmullos de desaprobación en la sala. Respuesta uno: “Richard Páez renunció y ningún directivo se fue. César Farías culminó su ciclo y aquí estamos. No veo qué tenga que ver”, soltó Esquivel. Respuesta dos: “No sé de qué página del universo saca usted que nosotros recurrimos a Cadivi. La designación de Sanvicente es un tema deportivo”, volvió Esquivel. Respuesta tres: “Yo no te digo a ti con quién tienes que rodearte para trabajar, es igual acá”, le dijo Sanvicente. Las respuestas despertaron, en lugar de murmullos, carcajadas y aplausos: la curiosidad de la tarde que se replicó en redes sociales.
Todo terminó, antes de que los fanáticos asistentes le dedicaran un sonoro “Esquivel hijo de puta” al presidente de la FVF, con un mensaje de “Chita” a sus dos grandes aficiones. “Debo agradecer a los fanáticos de la capital. Fue una institución que me dio todo y les quiero dar las gracias por estar acá. También a la fanaticada de Barinas, que me dio mucho cariño. Gracias a La Burra y a la Barra del Caracas”.
Entonces estalló la euforia, por tercera y
última vez, ahora con más fuerza, “Entrenador, entrenador. Entrenador
hay uno sólo. Es el Chita Sanvicente. Ese es nuestro entrenador”,
gritaron los camisas rojas del Caracas, esperanzados y contentos por lo
que ellos ven como un sueño: llegar a Rusia 2018 de la mano del DT que
más los puso a celebrar. Ese, por cierto, fue el objetivo que se planteó
en público el propio Sanvicente; no clasificar al Mundial sería un
fracaso, según sus palabras. Lograrlo, sin duda, lo convertirá en uno de
los personajes más populares de Venezuela. Resultados adversos o
quedarse en el camino, pondría a prueba todo ese amor y respeto que se
vio en la rueda de prensa de su bienvenida. El tiempo y los resultados
dictarán la tendencia.
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