30 dic 2014

Mi encuentro con la Pared

http://globovision.com/wp-content/uploads/2014/12/Homenaje-retiro-de-Robert-P%C3%A9rez-estadio-Anton%C3%ADo-Herrera-Gutierrez-de-Barquisimeto-14-12-14-7.jpg
AVS Photoreport


Gabriel Rodríguez
Cuando tomé la decisión de formarme como periodista sólo pensaba en trabajar para el circuito radial de los Leones del Caracas. Por aquella época de principios de milenio, los Leones y su calendario determinaban en gran medida lo que iba a hacer con mi vida día a día. Ir al estadio, llegar temprano a escuchar la radio, en fin. Lo que un enfermo de la pelota hace normalmente.


También, en aquellos tiempos, el recuerdo de las dos finales ganadas por Cardenales de Lara a los Leones en el 98 y 99 seguía fresquito. Cada turno de Luis Sojo, de Robert Pérez o de Tom Evans lo veía con algo de resentimiento, como consecuencia de ese par de derrotas.

Nunca imaginé que años después, cuando me estrené como periodista en el Diario Meridiano, Carlos Valmore me dijera: “tú vas a llevar a Cardenales. Un muy buen equipo con el que puedes comenzar a foguearte”, curioso ¿no? Llamé a Iván, mi alto pana y fanático a muerte de Cardenales y no tardó nada en gritarme “¡Toma! La lengua es el castigo del cuerpo”.

En fin. La primera gran pauta de mi carrera la tuve, como era lógico, con Robert Pérez. Un trabajo especial con él desde Barquisimeto “por si acaso se retira”, me pidieron en la redacción. Mi primer viaje a Lara, mi primer enfrentamiento cara a cara con un pelotero y no podía ser otro: tendría en frente a aquel “enemigo” de mi infancia.

Estaba muy nervioso. Hacía demasiado calor y mi viaje fue por carretera, es decir, estaba bastante cansado. Richard Gómez, jefe de prensa de Lara en aquella temporada, lo buscó, me lo presentó y ahí quedamos, en medio de las prácticas de pretemporada. El hombre récord de la Liga y un recién llegado al periodismo deportivo.

Yo me enredé más de la cuenta con el grabador, con las pilas, con la libreta, el bolígrafo, todo. Tenía una presión en el cuello que sólo aparecía cuando tenía el cierre de la primera edición montado, pero eran apenas las diez de la mañana. Con la mano derecha dándome una palmada en el hombro y con el bate tomado en la mano izquierda, Robert me dijo: “Tranquilo. Acomoda tus cosas y me vas preguntando mientras salgo de la jaula de bateo”. No sabía muy bien si era un comentario tranquilizador o si se había molestado por hacerle perder el tiempo. Lo cierto es que tomé lo que me quedaba de vergüenza y le respondí: “No. Termine de batear y cuando esté listo, nos sentamos”.

Así fue. Cuando terminó la ronda de bateo me buscó y me pregunto: “¿Más tranquilo? Vamos a darle con calma y sin apuros”. Esas palabras terminaron de bajar por completo los nervios y comencé la entrevista. Un trabajo a doble página que como titular tuvo el ya popular “Estoy orgulloso de mi carrera” que el guayanés ha repetido una y otra vez en los últimos días.

Más allá de los números, de los récords, las finales, los Guantes de Oro, la influencia que ha tenido en Cardenales y en los jóvenes jardineros de Venezuela, Robert Pérez tuvo el detalle de olvidarse de toda su historia para tranquilizar a un “rookie” que no sabía ni cómo prender un grabador en su primera gran pauta.

El enemigo se había convertido en aliado. Aquel a quien tanto detesté en las finales de 1998 y 1999 ahora se quedaría en mi memoria como el pelotero con don de gente que me ayudó a destrabarme cuando más lo necesitaba. Así que desde mi acera, como aquellos cardenaleros más acérrimos, sólo quiero darle las gracias a la “Pared Negra”. Gracias por nunca quitarte la humildad antes de colocarte la camisa roja de tus amados pájaros rojos. Felicidades, Robert Pérez. Nosotros también estamos orgullosos de tu carrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario