Messi espera tener su gran noche en Rusia / EFE |
No hay ningún otro futbolista que haya marcado más goles que él con esa camiseta. Nadie, vistiendo esos colores ha entregado más oportunidades de gol a sus compañeros. Ante la extraña ausencia de talento en su generación, él cargó con el equipo para darle un pase, con el cuchillo entre los dientes, a la copa del Mundo en Rusia.
Su jerarquía histórica, sus números, su peso futbolístico desde que debutó como profesional, absolutamente todo. Todo se acumuló en un balón, a doce pasos de la portería, para volver a salvar a su equipo. Pero algo salió mal.
Su disparo fue muy centrado, casi sin fuerzas y muy fácil para el portero que no desaprovechó y detuvo el balón. Justo ahí, con el empate en el marcador y el reloj casi extinto, comenzó la pesadilla más grande de Lionel Messi.
Argentina cuenta con nombres talentosos, pero al ponerse la camiseta pareciera que entrara en pánico. Y Messi, por todo su pasado, se cargó de tanta responsabilidad que parece haber implosionado. No corre, camina la cancha, no la pide, no la busca, se esconde de la pelota. Un Messi inédito, con la cabeza gacha, con jaqueca futbolística, con mucha frustración. Una actitud que determinó en gran medida la goleada ante Croacia en la siguiente fecha.
Y además, las dos comparaciones eternas hoy deben doler un poco más. En primer lugar, Maradona. El tristemente célebre Diego Armando. “El pelusa” levantó, para desgracia de Messi, una Copa del Mundo (1986) prácticamente sólo. Además, hizo grande al Nápoles también casi por sí sólo. El paralelismo pone a Messi como un capitán sin liderazgo en la selección y un gran jugador a causa de su elitista compañía en Barcelona.
Luego, su contrafigura contemporánea, Cristiano Ronaldo. CR7 ha llevado a una pobre selección portuguesa a octavos de final con cuatro goles (tres ante España) y anímicamente como un Súper Sayayín Dios. Messi, ante la estrella del Real Madrid queda como un pobre jugador desahuciado en búsqueda de un milagro.
Tamaña injusticia puede terminar hoy. Leo Messi tendrá su última oportunidad para demostrar lo que realmente es: probablemente el mejor jugador argentino de todos los tiempos. Un jugador que hizo que esta generación tan criticada pudiera llegar a tres finales seguidas (Dos Copas Américas y un Mundial). Sí, las perdió todas, pero llegó.
Pero también puede demostrar hoy que quizás su lugar no está más allá de Barcelona. Que las únicas franjas que le hacen reaccionar en grandes momentos son las azules y granates. Argentina no tiene equipo. No lo ha tenido desde hace un buen tiempo. Y los únicos jugadores que gozan con un nivel de élite –además de Messi- han comenzado desde el banco: Dybala y Di María. Pero si hoy se logran combinar como deben, no habrá Nigeria que valga y se convertirán, una vez por todas, en un serio aspirante al título.
Argentina tendrá hoy el partido más importante de su historia moderna. Un partido que determinará el futuro próximo de esa selección. El éxito tan esperado desde que Messi es Messi o el cierre definitivo de una generación recordada por los fracasos deportivos. Hoy, de todas todas, será la noche más larga de Argentina.
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